Y si pudieras escucharme, podría hablar, pero he enmudecido
a raíz de mi condición, de tu condicionalidad para escuchar, para ser y para
amar.
Tengo cabellos que no crecerán nunca más, una piel frágil y
una sonrisa que no se puede borrar, no es que así lo quiera, no es que así lo
sienta. Soy sin más, y si pudiera salir de aquí, no sabría a donde ir, y si
pudiera llegar a algún lugar no sabría cómo volver empezar, si con mi partida
queda claro que no sé lidiar con el peso de mis hombros.
Vienen de lejos para ver el espectáculo que soy, pero que, en
breve, dejaré, porque tras de mí, como una sombra permanente, están otras que
todos consideran mejores.
No importa lo que pase conmigo. Sólo hace falta un par de
manos que me tomen, para sellar mi destino, ¿pude algún día cambiarlo? No lo
creo, mi naturaleza, es la entretención no consentida, el divertimento morboso de
autoritarios vacíos… no soy nada más que un artilugio del morbo que se enreda
en el azar y permanece a la deriva de la mar.