Cuando quiero volar no puedo
y a menudo quiero, y siempre que apareces por un segundo, y hasta por menos de un segundo, vuelo y quiero seguir en el aire, siempre coincide el volar con la sonrisa que me generas, con la alegría que siempre me has dado, y
no imaginas el poder que ejerces sobre mí.
Con hechos sencillos, que me muestran que existo para ti, mi desierto se vuelve jardín,
y las dunas desaparecen y el calor no sofoca, mi boca se hidrata porque mi corazón está otra vez despierto: tú le abres las arterias. No renazco, no resucito pero siento la vida, y te siento cerca, y no tan cerca como cuando te besé pero basta recordar, basta para mantener fresco ese lienzo que no se seca, porque pincelada sobre pincelada se reaviva ese millar de retratos tuyos en mí, y el óleo huele a tu cuello.
No necesito que nadie me muestre que importarte, no puedo ser para ti como quisiera; pero de algún modo siento una cercanía contigo, de mi imaginario probablemente, pero me hace sentir bien, y más que sentir bien, estar bien, es una calma proveniente de una euforia, de una locura, consecuencia de la emoción, mi razón se vuelve agua.
y se me va
porque diástole y sístole llegan a su máxima velocidad cuando te tengo cerca y sólo te he tenido así de cerca dos veces en la vida, y no podría estar tan cerca como quisiera, porque ser tu confidente es un derecho que ya nunca tendré, pues ya hay alguien que hace las veces de mejor amiga para ti, y tu corazón tiene atadas historias que tal vez nunca conoceré y que espero que te hagan un poquito feliz, así como un día una corta historia me hizo feliz
A veces te extraño, y a veces te pienso, sin sentido como siempre, porque sé que nada de esto es correspondido