Datos personales

domingo, 27 de octubre de 2013

Teléfono de Lata

Entonces fueron más luminosos los días, no tenía grandes historias para contar, pero tenía un par de ojos brillantes que podían crearlas todas. Hay muchas formas de decorar la vida, cuando ya has terminado de imaginar los sueños, sí, con los años me aburrí. 

Mi tiempo pasó, gastando mi energía en el trabajo, nunca supe para quién, nadie sabe dicen.

Me esforcé por encuadrar cada cosa en cada lugar, con los días no quedó espacio para mí. ¿Dónde quedé? : Atrás. Y los que no se adaptan... Darwin lo dijo, y yo no sobreviví. 

Cuando era joven, recuerdo hablar por un teléfono unido por una fibra delgada que debía estar templada, y se lograba la comunicación con dos vasos, entonces eso era lo más maravilloso que podía existir. Ahora, ya nada puede sorprenderme donde estoy. ¿Acaso es ese el origen de mis desesperadas ansias de explorar el universo?

Y es que no quiero estar atrás... pero tengo una vida más y aún me queda mucho por recorrer, mis pies son pequeños, mi cuerpo también pero he soñado bastante ya, y nadie sabe lo que vendrá pero iré adelante. Algo me dice que no volveré, y espero que cuando la vida me traiga a lugares que me recuerden lo que solía ser, pueda sonreír sin melancolía. 

Esta tierra, estas personas... las extrañaré pero ¡Quién sabe! un gran mentor me dijo: El mundo es redondo.



Desgraciada

Desgraciada… esa boca rosada que se volvía escarlata cuando bebía como cuando el ocaso se torna rojo por un segundo y… sus ojos desgraciados brillando mientras cantaba… yo no pude dejar de mirarla ¡desgraciada! y esa exquisita voz fluctuante, que la antecedía siempre esa desgraciada sonrisa ladeada, desgraciado cuello y su olor… imborrable de mi memoria. Su cercanía, sus labios tan tentadores y su sensual silueta burlándose de mí, mientras finjo ser su sombra para no quedarme en su cintura ella se ríe sin piedad,  abusando de ese don de delicadeza que le dio la vida. Juega la desgraciada como yo solía jugar, ahora se siente la aridez de alguien tan frío como yo, más esta vez la desgraciada sabe que la víctima soy yo.

 Aprieto mis puños y mis dientes… y veo como sostiene una cerveza con su suave mano que hace gala de ese tatuaje que rodea su  desgraciado hombro.

Y la desgraciada me sonreía para quitarme la cara de sensatez, y su escote negro casi que hacía brillar su piel. Esa desgraciada expresión con la que le coqueteaba a su “mejor amigo”, esa forma de bailar sin mirar nunca a la persona con quien baila. Bailé con ella, y esa desgraciada forma de moverse me hipnotizó, y yo buscaba su mirada mientras me dominaba como un flautista a una serpiente. Yo la quiero, y a la desgraciada ni le importo.


Si tan sólo la apartara de mis recuerdos olfativos y táctiles, podría pensar en algo más que ella.

martes, 22 de octubre de 2013

Fabricio

Él me hace pensar que el mundo es redondo, y cuando lo pensaba estando a su lado dibujé en su ventana empañada un círculo con mi mano izquierda, no era un círculo totalmente redondo, -pues el buen pulso no es una de mis habilidades-, por lo tanto no era perfecto, y por eso simbolizaba mi propio mundo.

Lo vio, pero no le importó, eso creo. Y yo lo abrazaba fuertemente, porque sabía que no podía hacer nada más, y tampoco quería porque estar a su lado de esa forma era magia hecha a la medida. Dormir con él significaba para mí un sosiego absoluto, acompañado de melancolía y de una esperanza sin sentido. Sus brazos a mi alrededor, eran como si el mundo estuviera cobijado por una capa, nada podía salir mal, porque en la turbulencia yo sentía que cuidaba de mí, como yo nunca lo he hecho.

A veces sentirse protegido te hace pensar en tu valor.

Y yo lo sostenía, como quisiera sostenerme a mí en los tiempos duros, pero nunca me acompaño, soy una ingrata con mi pobre figura, me abandono. A él sencillamente, no quería dejarle quería tenerle cerca como se tienen los prisioneros encadenados unos de otros, pero no lo hice porque su sonrisa libre y su mirada triste me colman el espíritu de lo que esconde tras esos ojos que enamoran a tantas. Porque yo quiero que siempre sea él a costa de la distancia y de la indiferencia si es preciso, así tenga que ser como en tantas ocasiones una espectadora lejana que se confunde en un auditorio lleno de personas, y tan sólo ser una más.

Cada segundo es como un alud, cuando estás viviendo amargamente la soledad, pero cuando estás junto a esa persona que te hace sonreír sin que lo notes, entonces los segundos se vuelven rayos de sol que pasan uno tras otro a la velocidad de la luz y la dicha como siempre, demuestra lo efímera que es.

Viene la nieve otra vez.

Y caigo en cuenta que el mundo es tan redondo, que me duele haber soñado tanto e imaginado un beso suyo, porque las llaves su corazón enrejado las tiene alguien más, a quien le guarda su boca, y quien sin saberlo me deshace las neuronas, de tanto pasarla mal, de tanto vino tinto. Yo lo extraño, extraño esos momentos inocentes, esas caricias de las que nadie se enteró pero de las que nos ponemos en evidencia con la frialdad posterior al desnudamiento,ahora resulta que no me da tan igual lo que piensen de él.

Ya no debo seguir soñándole, porque a este paso voy a enloquecer, porque su cercanía es obsesión en mí, y ¿qué me pide el hado sino cordura?... yo la tendré y por eso me alejo, sin que lo parezca, estando muy cerca, y con ese dolor armaré una máscara de normalidad, barnizada con falso olvido, para seguir un día más soportando la nieve del tiempo que un día fue sol.


martes, 8 de octubre de 2013

Septiembre 22

Amor y Amistad, una fecha curiosa, lo conocí un día en el que no tenía porque haber estado esperando a nadie.

Me gustó tan pronto lo vi, y me hizo reír, yo estaba riendo. Luego volvió justo cuando pensé que no lo vería más, y con los días me fui acostumbrando a su forma de tomar mi mano, a su aroma, a su voz y sus gestos.

Pero él, se fue para siempre, luego de haberse llevado grandes sueños consigo, sueños que había construido para los dos.

Yo le dije, que mi temor era que todo se acabara tan pronto como había comenzado, él me dijo que nada había comenzado y que mi temor era infundado, ¿acaso estás pensando en que termine si ni siquiera hemos empezado?- dijo, y yo entonces no lo hice, pero ahora comprendo que nunca hubo nada para él. Aunque mi corazón y mi espíritu no hubiesen pasado por alto cada situación que compartimos... aunque hoy, lo quiera y esté cultivando un amor que no es correspondido.

A menudo paso por los lugares que un día frecuentamos, y siento ansias de fumar, y recuerdo que dejé de fumar sólo porque algunos de sus parientes habían muerto por esa causa, dejé de fumar el día de su cumpleaños, ese mismo día lo besé por vez primera. Ingenuamente quería llegar a ser uno de sus parientes y por eso no fumaba... pero él no quería nada de mí, NADA MÁS.

Entonces, partí muy triste, llené mis maletas de cosas al azar, de lágrimas que se iban empacando sin que me percatara de ello, y vi una foto de un gran chico que tenía un gesto igual a uno suyo, me sentí muy sola. Pero se me hacía tarde, así que lo último que guardé fueron los cigarrillos, los cuales regalé a un vagabundo al llegar a la estación.

Pronto, con mi llegada a mi pueblo natal encontré un libro amarillo que no tenía título, lo leí. Al final me di cuenta, que ese libro hablaba de la dualidad de la vida, en ese libro estaba consignada una historia que había vivido con él. Recuerdo mucho, que el tercer capítulo iniciaba en la página 85. No pude continuar, porque para mí todo era casualidad. Todo lo es, porque lo veo siempre en mi mente por cualquier cosa. También lo sueño, lo añoro, lo extraño y lo quiero. Antes de irme se lo dije, y él me lo dijo la última vez que lo vi. La diferencia es que yo lo haré para siempre, como hoy y como el día que él lo supo.