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domingo, 6 de enero de 2013

... silencio

Las líneas de tu rostro me han dicho que los años te pesan, no importa que estés ahora en el lugar donde quisiste estar si no eres tan valiente como para ariesgar tus ideas y trascender, tus cabellos aleatoriamente blancos me cuentan una bella historia, y quiero saber más, pero tus labios pálidos no me han sabido decir nada, a lo lejos escucho violines, flautas y recuerdo cuando tu sonrisa afloraba con la melodías que hoy acompañan este triste día.

Perdí la cuenta de los días en que tus palabras guiában a los incautos, incautos cómo yo, pero ¿qué puedes decir ahora? enmudecudiste... también enmudeció mi inspiración, sigues con vida pero como hoja seca y ensuciada por el lodo yaces en una cama, con ojos cerrados y con la boca abierta día y noche, pero sin poder decir una sola palabra.

Me pregunto qué hiciste, qué hicimos los que pertenecemos a tu sabiduría para verte vivir en tal miseria, sólo sé que el tiempo que tanto cuenta, algún día me dirá que nada de esto sucedió en vano.

A veces cuando nos enfrentamos a duras realidades, la vida te permite ver más allá de los obstáculos pero no deja de doler, no deja de doler las cosas que suceden y nos toman por sorpresa; intentamos aceptar lo incomprensible, no yo, yo acepto la desgracia y pienso en ella hasta entender su causa, hasta renunciar a las frivolidades y entonces, sigo adelante.

Funciones vitales, atenciones médicas...para asistir a un cuerpo desprovisto de vitalidad, recursos y tiempo empleados para un ser cuya mirada se ha extinto, cuyas palabras seguramente no volverán a ser oidas jamás... todos se aferran de una mínima posibilidad pero qué hay de la aceptación... aceptar lo irremediable, aunque nada hay imposible, aceptar las desventuras es parte del progreso, hacernos a un propósito difícil de cumplir requiere esfuerzos y agallas, hay que ser valiente para tomar decisiones por encima de los prejuicios de los demás.

Por ahora, te diré que aún postrado en una cama, podré recordarte como un ser altivo y valioso. La vida  se hará cargo de los sueños que algún día tuviste, estancados por la sombra de la enfermedad y tu silencio habrá valido para conmemorar la existencia de la gran persona que fuiste ayer.

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