Y mirarte a los ojos hasta que ya no te vea más, y todo sea
borroso, hasta que caiga en mí y recuerde que haces parte de la especie… y
mirarte otra vez, sin saber si tú me ves, y sentir por un segundo algún veloz
impulso por mi espalda, efímero y potente… y bajar la mirada.
El mismo gato que pasa por mi ventana a esta hora, me
recuerda a ti, todo me recuerda a ti últimamente, es porque en el fondo sólo
quiero pensar en ti, te añoro. Yo creo que ese gato tiene 19 años, no sé
porqué, un par de veces nos hemos mirado a los ojos, él se queda quieto y los
abre mucho, yo también abro mucho los míos porque es más difícil que yo le vea
con claridad que él a mí.
Y qué… si me enamoro.
Abandoné un mal hábito que retomé por varios días y ahora lo
abandono de nuevo, la causa: cuando me dijo que me cuidara, me cuidé, cuidé de
mi salud, porque ahora sí me importaba, no hice caso omiso –como siempre- de
las recomendaciones de salud… es extraño notar cómo hago con cariño cada cosa
que me dice que haga por mí, que ni yo haría por iniciativa propia…
Cuando yo nací el ya tenía más de cinco años, había
aprendido bastante hasta aquel entonces, me lleva algunos años experiencia,
espero aprender mucho de él… pero más espero que él aprenda de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario