Estoy en un lugar fantástico, ayer justamente había soñado
que regresaba en el tiempo y hoy, me encuentro en una habitación donde todo es
de madera, bueno casi todo. No tengo una cámara para tomar cada detalle, pero
tengo palabras, aunque ya saben lo que dicen de una imagen.
Escucho sonidos provenientes del tejado, se escucha el andar
de los gatos según parece. En frente de la cama, hay una cómoda color rosa,
también un tocador con tres espejos muy elegantes, y la luz amarilla producida
por una lámpara que está en la mesita de noche le da un aspecto nostálgico a
todo el lugar. Hay, revistas de a montones, pero tan bien apiladas, sobre
aquella mesa cerca a ala ventana, que no me atrevo a tomar una.
Siento que vuelve a mí todo el asombro que antaño me distinguía,
es una sensación cálida y me produce sosiego pensar que soy bienvenida en un
lugar tan amigable y confortable. Se avecinan grandes empresas, puedo verlo más
claramente estando acá en medio de un silencio relativo. Aunque no importa
mucho, el entorno a veces puede parecer influir en la forma en cómo asumimos la
cotidianidad, por lo pronto estaré en calma y disfrutaré mi estancia, sé que no
falta mucho para algo en realidad grandioso en mi vida, aunque debo decir, me
siento feliz por tener a mi lado a las personas que tengo y por contar con
algunas de ellas, como por ejemplo para un abrazo o una sonrisa, eso vale…
siempre vale.
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