Así son las historias amargas en ocasiones muestran todo lo
que un niño quiere ver para sonreir, un inicio formidable y nos muestran sueños…
pero las verdaderas lágrimas, y la sangre, el dolor y la desesperación no salen
con alta resolución porque no brindan el engaño de la felicidad, ni el drama de
la melancolía, tan sólo muestran la sórdida realidad de lo que significa vivir
cada día… la vida es sorpresiva, y el mundo, cuando quieres evitarlo se vuelve
pequeño, en algún lugar muy lejos… yo sé que si muero, alguien morirá al otro lado,
a la misma hora… y entonces sabré que como siempre estaré sola, aunque la vida
pueda parecer mágica, las ilusiones son tan solo eso.
Al final todos somos iguales, estamos hechos de lo mismo y
tenemos el mismo destino, sólo hay que andar y andar para ver qué sucede, andar
en medio de todos, en medio del mundo y seguir, como sea, hasta el fin.
Ojala nadie sepa, mi devenir, porque sé que tendré como
resultado, los frutos de este incesante arado… tal como lo dicen los grandes
sembradores y su magnífico sentido de la predicción. Ya verán todos lo poco que
siempre me importó lo que esperasen de mí, porque al final siempre fui yo, esa
que en tantas ocasiones molestó por ser así, así y no de la forma esperada…
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